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PRIMERAS IMPRESIONES

Resumen para los lectores vagos: hemos superado el primer fin de semana y con buena nota.

Tras 12 horas sobrevolando el océano ambas tuvimos tiempo de hacernos a la idea de hacia donde íbamos. Si bien es cierto que cuando despegamos de Barcelona no estábamos del todo mentalizadas, pasar el control de pasaportes en el aeropuerto de Costa Rica nos hizo darnos cuenta de que ya estábamos aquí y “de la que se viene”. Nos subimos a un UBER que nos hizo demostración del primer gesto Tico que nos conquisto: “me espero a que os abran que es de noche y no quisiera dejarlas aquí solas”. Poco duró la espera pues Olga (la dueña del Airbnb con la que convivimos) rápidamente nos dio una calurosa bienvenida a su hogar (al que no hemos tardado de referirnos como “casa”) y que difiere del estilo que se ve en las calles de San José, seguramente porque ella se dedica al arte y al cine.


El Jet Lag nos sacó de la cama pronto al día siguiente, dándonos la oportunidad de empezar a recorrernos las calles que nos acogerán estos primeros días y hacer la visita cultural que no podía faltar. La ruta empezó en el café Apetico (recomendación de Olga) donde Flor no ha dejado de cuidarnos y hacernos sentir en casa; demostrándonos una vez más cuánto se gana con una sonrisa y ganas de aprender y donde pudimos constatar que el café en Costa Rica es tan bueno como dicen. Nos dimos cuenta que tan solo unos pisos más arriba de ese edificio estaban las oficias de HIAS así que no pudimos evitar el pasar a saludar a nuestros futuros compañeros de trabajo que supieron poner palabras a nuestros pensamientos, repitiendo que “¡Qué dicha que ya están aquí!”.


Identificamos nuestro primer shock cultural al ir al banco a cambiar dinero y ver que coger número está sobrevalorado y su forma de mantener un orden se asemeja más al juego de las sillas; donde cada vez que uno se levanta, todos los demás nos sentábamos una silla más cerca del mostrador. San José no es la ciudad más bonita, lo cual no quita que no esconda sus encantos (aún por descubrir). Nos sorprendió la ausencia de pasos de zebra, así como la cantidad de vendedores callejeros y la forma de dar indicaciones puesto que aquí todo parece estar 200m al Norte y 2 cuadras al Este. A Carlota le emocionó encontrar una Iglesia donde rápidamente entró a preguntar los horarios de misa y de la cual nos despidieron tocando el himno de España en el órgano.


Aún no sabemos si es por nuestra pinta de extranjeras o por el hecho de ser mujeres pero tras solo dos días los Ticos (así se llama a los Costaricenses) se han asegurado de subirnos el autoestima con piropos y miradas que al principio incomodan y a las que al final te acostumbras.


El resto del fin de semana ha discurrido entre encuentros gastronómicos que nos han permitido corroborar que a uno se le enamora por el estomago (siempre que sepas a donde ir). Entre David, el camarero de “Al Mercat” y Edgar, el camarero de la “Soda Tapia”, nos hemos dejado aconsejar y así disfrutar de nuestro primer ceviche, gallo, casado, chichita y el postre típico: plátano frito. Cabe añadir a Ricardo y José a la lista pues nadie hace cócteles Costarricenses como ellos.


Las lluvias también nos han dado la bienvenida mientras disfrutábamos de un rato de lectura en el parque de la Sabana (el Central Park Costarricense) pero ya hemos cogido la costumbre de no salir de casa sin paraguas ni chubasquero. Ambos instrumentos fueron también necesarios en nuestra visita al volcán arenal (parada obligatoria para todo turista). Gente como Wilson, Anthony, Diego, Roger y Jimmy fueron parte de un día en que la adrenalina de las actividades entre árboles (reconoceremos habernos sentido un poco Tarzán entre las lianas y el Canopy) y el relax en las aguas termales fueron protagonistas.


Hoy domingo nos hemos levantando pensando que nuestro trabajo en HIAS empezaba mañana pero el destino ha querido que compartiésemos viaje con dos nicaragüenses que acababan de llegar a Costa Rica impulsados por la dramática situación en su país. En su búsqueda de soluciones hemos podido guiarles a HIAS siendo, en sus palabras, sus ángeles de la guarda.





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